Fieles lectoras

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Naufragio hacia el amor

Capítulo 18. La verdad en tus manos
Bella pov
Como una zombie enfrenté cada una de mis clases, de alguna manera había encontrado la manera de congelar mis emociones, y lo prefería así, enfrentar a Tania de esa manera no se podía contar como algo inteligente de mi parte, ella podía acabar conmigo, pero solo físicamente, en mi mente y mi corazón no tenía ningún poder, muy distinto era el daño que podía hacerme Edward, su silencio, su frialdad, su indiferencia diezmaron mis defensas, no entendía nada su actitud, no pretendería tampoco comprender la presencia de esa mujer a su lado, ese lugar era mío-és mío- murmuré con fiereza en voz alta ganándome un codazo de Alice, quien sentada a mi lado en la clase de Mr Berty realizaba sus tareas y las mías, miré su ceja alzada y me encogí de hombros –solo asiente a todo- siseó exasperada
-decía usted señorita Swan?- intervino Mr Berty , asentí con la cabeza tal cual me indicó el duende- decía que sí profesor- respondí con una sonrisa acerca de algún tema del cual no tenía ni idea –entonces queda definida la fecha del baile los clásicos de la Literatura para la próxima semana, no será de época aunque sí de máscaras, según la decisión de la señorita Swan- el calor que se inició en mis pies creció en intensidad cobrándose la blancura de la piel de mi rostro, lo sentía arder, yo había decidido eso? Cuando? Oh no, en este mismo momento a juzgar por la cara de satisfacción de Alice, le lancé dardos con la mirada- reserva tu arsenal para otra- sentenció mientras garabateaba una lista en su cuaderno.
-Alice, quiero irme a casa ahora- de repente asimilé lo sucedido , las forma en que la ilusión de la mañana se fue transformando con el correr de las horas en esta amarga sensación de soledad, sonreí tristemente ante mi ingenuidad- que , que es lo pasa Bella, no fue lo ideal pero lo llevaste muy bien- su simpatía impidió que me desmorone- pasa que soy una tonta Alice, pasa que esperaba salir de aquí con Edward –suspiré profundamente, tal vez así me deshiciera de la amarga sensación de derrota que me embargaba- lo sé Bella, pero debes ser fuerte, por ti y por el pequeño Rob-no me gustó nada el pesimismo en su voz –Alice, no me rendiré , eso debes saberlo, lo amo y no hay fuerza humana o de cualquier tipo que me haga dejar de luchar por él- me levanté de un salto al escuchar el timbre de fin de clases, necesitaba a mi hijo en brazos ahora mismo, su calor, su mirada, su olor.-temía que dijeras eso, ya vámonos, traje un carro adecuado hoy- caminamos rápidamente hacia la salida del salón, apenas crucé el umbral algo se cruzó en mi camino haciendo volar mis libros, solo atiné a ver a Edward, con Tania colgada de él por supuesto, fruncí el ceño al recordar nuestro cruce en el baño, mis ojos se negaban a abandonar su rostro increíble pero falto de expresión, nuevamente el me ignoraba, con dificultad recupere la compostura al oír una voz grave-disculpen señoritas-su galantería de otra época precedió a la resplandeciente sonrisa amigable-así que tu eres Bella, permíteme presentarme , Jasper Whitlock a tu servicio-correspondí su sonrisa sin poder evitarlo mientras tomaba los libros que él había recogido del suelo
-hola Jasper, y gracias-lo saludé sin dejar de mirar a Edward, era algo más fuerte que m i voluntad, siempre que él estuviera presente el universo entero desaparecía , aún frente a la agonía de ser rechazada y soportar las atenciones que prodigaba a Tania, con impotencia tragué el sabor amargo que los celos dejaron en mi boca. Alce mi barbilla con desafío al percibir que Edward evitaba mi mirada y sabía el por qué, yo era capaz de leer su mirada como un libro abierto.
-ya vámonos Bella, iré contigo para ultimar detalles para el baile –me arrastró hacia la guardería, con su bracito rodeando mis hombros, su consuelo no hizo más que alimentar mi anhelo de otros fríos brazos rodeándome, no era justo para ninguno de nosotros, Edward tenía a su hijo tan cerca, pero se mostraba tan lejano…
Mi hijo, mi Rob
Mi amor, mi Edward
Apenas vi a mi bebé esperándome en el regazo de la Sra. Cope, cuadré los hombros fortalecida mi decisión de reunirnos los tres, mi pequeña familia. Recibí en brazos a mi niño sonriente, me apretó el corazón una vez más el parecido a su papá, si tan me dejara contarle…
La tarde se pasó volando con Alice en casa, no tuve mucho que hacer respecto del baile, mucho menos decidir, para mí solo significaba créditos para graduarme. La pillé mirándome enigmáticamente unas cuantas veces mientras alimentaba a Rob –suéltalo Alice!- ladré una vez que lo dejé en su cuna.
-adoré la manera en que saltaste sobre Tania!-bailó alrededor del sillón-jamás se le ocurrió que reaccionarias así a su intimidación, fuiste como David golpeando a Goliat-acabó sentándose sin dejar de reír-estuve todo el tiempo en un cubículo del baño por si necesitabas ayuda, pero casi la necesitada fue ella-su risa se desvaneció conforme observaba la angustia creciente en mi rostro
-el golpe lo recibí de Edward , en el estacionamiento Alice-las lágrimas se acumularon en mis ojos-podrías haberme dicho que tenía…novia- me costó tanto decir esa palabra, significaba tanto para mí, era una palabra que yo ni siquiera llegue a merecer, una palabra con la que soñé y a la que llené de significados y gestos maravillosos.
-vi que no me creerías-se acercó y suavemente abrió mis manos hechas puños inconscientemente, mis uñas habían dejado marcas rojas en las palmas- lo siento mucho –
-no te preocupes Alice, una parte de mí aun no lo cree-respondí con una sonrisa fingida
-Bella...-su tono de advertencia una vez más
-está tan dolorosamente hermoso, tan distante…y lo amo tanto Alice, no sé cómo, pero debo hablarle-
-tal vez, si revisas tu libro de Romeo y Julieta…-rodó sus ojitos con picardía
-que dices?-
-hazlo-ordenó lanzando el libro a mi regazo, atropelladamente pasé las paginas hasta que una pequeña y amarillenta hoja de fino papel se deslizó, la miré estupefacta por un segundo antes de leer, mis manos comenzaron el temblor al reconocer los trazos elegantes, idénticos a los que descubrí en las partituras de isla Esme, no había duda, venía de Edward.
Bella:
Al anochecer, en el bosque detrás de tu casa, te estaré esperando-
No llevaba firma, no la necesitaba.
La miré interrogante y ansiosa, incapaz de formular la más sencilla de las frases, el nudo en mi pecho se desato liberando la esperanza que había estado encerrada
-Bella, acaso pensaste que ese tropezón fue casual? Ja!-
-cuidaré de mi sobrino, a menos que desees decirle a Charlie que te internaras en el bosque en la noche- su sonrisa anticipaba mi respuesta
-esa no es una opción-murmuré en las nubes, Edward quiere verme…
-eso pensé, estaremos bien…confías en mi verdad?- la duda se plantó en su carita, noté que contenía el aliento esperando mi respuesta
-con mi vida- y era cierto-
El tiempo corría lento como para calmar mi ansiedad, una vez más Rob dormía en su cuna, bañado y alimentado, Alice seguía garabateando en su cuaderno detalles acerca del baile que no me interesaban en absoluto, no dejé de observar su rostro ya que había prometido avisarme en cuanto Edward estuviera en el bosque.
-por si te lo preguntas, no sé qué es lo que quiere mi hermano, veo que no puede decidirse-clavó su mirada en mí- aunque se ha portado como un imbécil, debo decirte que no es nada fácil para él Bella, créeme…y ya deja de caminar de un lado al otro, me exasperas!-
-quiero verlo, hablarle, lo necesito más que nunca!-
-ahora mismo está allí, justo al borde del acantilado- tomó mis manos temblorosas entre las suyas
-que harás Bella?-
-pondré la verdad en sus manos-
-o-
ED POV
La sentí en mis entrañas aun antes de oírla, percibí su respiración agitada y el batir acelerado de su corazón aun antes de verla, un anhelo conocido y con mucho esfuerzo sepultado en el fondo de mi ser se retorcía y forcejeaba pugnando por salir, apoyé desesperado mi frente en la escarpada corteza del árbol añoso bajo el cual me refugie a esperarla, sabía que era una locura haber provocado este encuentro, pero desde el maldito momento en que la idea tomo forma en mi cabeza torturada, el ínfimo atisbo de cordura que poseía desde que supe de su cercanía me había abandonado vilmente, abriendo en su camino infiel, las puertas blindadas tras las cuales oculté la profundidad de mis sentimientos hacia ella.
Me aparté bruscamente mirando hacia el acantilado, era fascinante la forma en que la voluptuosidad húmeda, verde y silenciosa del bosque se detenía abruptamente para dar paso al filo yermo y peligroso de las rocas; el gélido viento se arremolinaba entre sus aristas elevando el sonido de las olas estrelladas contra sus paredes cual canto de sirenas incitándote a conocer la profundidad del mar.
Sus pasos vacilantes se acercaban, su aroma llego transportado por su aliento cálido, derritiendo sin esfuerzo la primera de mis barreras de defensa.
Volteé a tiempo de apreciar su llegada, las estrellas se escondieron tras grises nubarrones, imposible competir con la belleza iluminada por su aura pura. Mi Bella.
-Edward…buenas noches-su timidez y rubor llegaron a mí con su voz
Sin poder evitarlo me acerque a ella hasta que tuvo que inclinar la cabeza hacia arriba para mirarme-Bella-susurré su nombre cargado de sentimientos, todos ellos, los buenos y malos que ella despertaba en mí. Mi mirada se negó a abandonar su rostro –querías hablar, pero la escuela no era el lugar indicado-tuve que apelar a todo mi autocontrol cuando me enfrentó en el Estacionamiento, sólo quería besarla hasta hacerle olvidar el hombre que había compartido su lecho la noche anterior, sus tiernas palabras cargadas de amor hacia él volvieron a torturarme ahora como lo hicieron ayer.
Si Tania no hubiera estado aferrándome era muy posible que lo hubiera hecho, hacer el idiota frente a Bella me salía con demasiada facilidad. No podía perdonarla por eso.
Tense mi cuerpo con renovada frialdad antes de continuar –y bien? Tú dirás-la dureza en mi voz le provoco un respingo, mi instinto gritaba que la abrace y la proteja hasta de mi mismo, pero al sostener la mirada de esos ojos chocolates llenos de luz no tuve dudas que el débil aquí era yo, dolor furia y vergüenza se conjugaron para mantener mi actitud distante, apuntalándola.
-Edward, yo…te amo-sollozó con el rostro húmedo de lágrimas, giré para no caer bajo su hechizo, inspiré profundamente resoplando al exhalar, traje de inmediato a mi mente los recuerdos que me atormentaban, me herían, me enfurecían, ellos me ayudarían a soportar.
-me amas?- escupí irónicamente-Bella, intenta algo mejor que eso, solo ya di lo que quieres de mí!- mi tono se fue elevando al no dar crédito a su falsedad – habla de lo que quieras, solo ya no repitas eso, no hagas que te pierda el respeto, si esto es lo que tenias que decir, esta reunión se acabó- me alejé hacia la espesura, esforzándome en ignorar el llanto que pretendía detener y escapaba en pequeños sollozos ahogados, caminé veloz hasta quedar fuera de su vista cuando ella gritó –tenemos un hijo!-mas sollozos, descontrolados esta vez, me detuve de inmediato, inerte-tu y yo estamos unidos para siempre! Eres padre Edward! Estalló con todas sus fuerzas, el llanto se desató al tiempo que llegué a su lado nuevamente, no sé cuantos minutos lloró contra mi pecho aferrada a mi camisa, con vida propia mis dedos recorrieron su cabello desde sus sienes hasta casi llegar a su cintura, estaba más largo ahora que la última vez que lo hice. Suspiré, grave error, su esencia devastó nuevamente mis sentidos, haciéndome penosamente consciente del efecto de la cercanía de su cuerpo apretado al mío.
Incapaz de razonar y de sentir, mucho menos de hablar, espere pacientemente hasta que se calmó, se alejó unos centímetros dejándome frio y vacio.
Acaricié su mejilla tersa, mas tarde me arrepentiría de ello-eres mamá Bella?-sabía por Esme y Rosalie que era la experiencia humana más deseada por una mujer, y a pesar de las implicancias, saber que Bella fue bendecida de esa manera era una noticia bienvenida, aunque obviamente yo no fuera el padre.
-me alegro por ti-y era cierto, si dejaba de lado los celos-pero no entiendo adonde quieres llegar con tu afirmación, sabes que no es cierto y aun así lo dices sin reparo, de verdad que no comprendo tu intención y la resiento profundamente, es un golpe bajo que no creo merecer. Ser padres es algo que tenemos vedado, en cierto modo me lastimas con esto, de eso se trata? Es una especie de castigo?-la angustia dominada en sus ojos mientras negaba con vehemencia-no Edward, no es mentira, es verdad, debes creerme!por favor!-rogaba taladrándome con la mirada franca, sería tan fácil creerle…
Pero mis celos hablaron por mí-no soy ni seré un padre Bella! Ni siquiera soy un hombre!-siseé con desesperación-ya deja de atormentarnos y ve con aquel que te calienta la cama por las noches y es dueño de tus palabras de amor!-intentó tomarme las manos pero retrocedí como un animal herido, su cabeza se movía de un lado al otro en frenética negación.
-por lo que más quieras, deja ya de negarlo-sonreí con tristeza-yo mismo te he escuchado Bella- vi la confusión en sus facciones, pero poco importaba ya.
-lo eres todo para mí Edward, fuiste y eras el único hombre en mi vida- concluyó con tranquilidad, como lo hacía? Como alguien tan dulce tenia tanto poder sobre alguien como yo? Debía irme de inmediato o acabaría creyéndole como idiota.
Apreté el puente de mi nariz en un intento por despejarme pero ella no cedía-tu hijo te necesita, al igual que yo-este era mi límite, ni siquiera quería imaginarla con un bebe en brazos, dolería demasiado.
-ya basta Bella!-le corté con firmeza-dejemos esto hasta acá, sin rencores, la vida te abre sus puertas, vívela, disfrútala, así debe ser, sigue adelante… y déjame atrás-
-tu ya lo hiciste?-se irguió ante mi esperando mi respuesta
-adiós Bella- fui incapaz de contestar
Se alejo sin despedirse, en realidad no esperaba que lo hiciera, acabé sentado en una roca, agobiado, frustrado, triste, la dejé ir, por su bien y por el mío, pero dolía, algo se quebró dentro mío al dejarla partir…una vez más.
Sumido en mis tristes cavilaciones me sobresalté al oír mi nombre-Edward-elevé mi rostro para ser asaltado por sus labios suaves y carnosos, con un débil gemido, desaparecieron mis defensas, las pocas que me quedaban, me entregué a la magia de su boca tibia, me perdí en su aliento, bebí de su miel sediento de más, recorrió con la punta de su lengua el borde de mis dientes cimbrándome hasta la medula. Cuando sentí que ya no podría detenerme, ella se separo bruscamente. Respiraciones agitadas quebrantaron el silencio, un corazón vertiginoso se le unió creando una armonía abrumadora.
Escudriño mi rostro taladrándome con sus orbes hipnóticos, me sentí desnudo ante ella, incapaz de ocultar la verdad en mis ojos.
De sus labios no escapó una sola palabra, pero la satisfacción irradiaba por cada poro de su piel. Y en el más profundo silencio, se alejó rápidamente, dejando su verdad en mis manos.

2 comentarios:

  1. dios como puede ser tan tonto y no darse cuenta de la verdad espero que para cuando la sepa no sea tarde....Besos.....

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  2. Espectacular hay Edward eres un cabezota!!!! ame este cap en particular estuve con el corazon en la boca desde el comienzo hasta el final!!

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