Fieles lectoras

viernes, 21 de octubre de 2011

La Hora del Crepúsculo cap 6

*Bella*


Acompañe a Alice hasta mi cuarto a ojear la ropa que había elegido para mi. 


- Nada mal - dije mirando unos jeans y una hermosa blusa azul junto con las Converse que estaban en la esquina del vestidor separados.


- ¡Oh! No esa no es la ropa hermanita es esta de aquí - dijo señalando un mini falda pillasada unos tacos de mas de 12 cm de alto y una blusita minúscula.


- ¿Estas loca? Ni que lo sueñes me pongo esa ropa mucho menos para ir al Instituto. 


Bufe. Sabia que contra mi testarudez nadie podía.


- Además... - acote - no se para que te esfuerzas tanto hermanita si sabes que me pondré esa de allí - dije señalando los jeans.


- Uff, tienes razón pero creí que podrías cambiar de opinión


- Hay hermanita... - me vestí a la velocidad de un rayo aunque para nosotros era lo mas normal del mundo.


- Bella..- ¡Oh! ¡No! Ese tono de vos trate de aguantarme pero no pude conmigo misma y me gire y allí estaban esos ojitos de corderito degollado suplicando. - ¿Qué sucede Alice?


- ¿Sabes que te adoro no? - pregunto haciéndose la misteriosa y internamente odiaba ser tan fácil de convencer


- Claro que lo se...


- Pues...necesito que me prometas algo... - bajo la vista y ahí me perdí ¿que era lo que querría ahora?


- Alice.. dime ya que es lo que deseas


- Prométeme que aguantaras por favor - dijo antes de salir de mi cuarto


- ¡Oye! Pequeña - dije siguiéndola a toda velocidad - ¿que es todo esto Alice? - pregunte totalmente confundida por su petición


- No es nada solo eso haz el esfuerzo hermana


Se zafo de mi agarre y cuando estaba por volver a increparla su querido y siempre venerado Jasper estaba a su socorro.


- Nos vamos amor - dijo mi hermana besándolo delante de mi y ahí si que me fui


A veces pensaba que tanto ver el futuro su cabesita loca estaba averiada. 

Existía una conexión tan especial entre ambos que era envidiable. 

De ser humana diría que estaría en mis días premestruales al sentirme tan frágil ante cualquier muestra de cariño a mi alrededor.

Mis hermanos salieron todos juntos en el Jeep de Emmett algo raro Alice siempre viajaba conmigo. Ignore todas y cada una de las señales y salí hacia el Instituto. O mas bien mi purgatorio. Este era el momento del día en el que mas ansiaba poder ser capaz de dormir. Aunque parezca imposible cada día me resultaba más monótono que el anterior. Supongo que ésta era mi manera de dormir, si el sueño se define como un estado inerte entre periodos activos.


Aparque mi precioso Aston Martín en mi lugar de siempre justo al lado estaba el Jeep de Emm, dicen que los autos se parecen a los dueños y el de Emm era tal cual igualito a él. Reí de mi ocurrencias y baje lentamente controlando cada uno de mis movimientos. Nadie podía percatarse de mi condición de vampiresa. El olor a sangre humana me golpeo la garganta definitiva mente el no haberme alimentado en días me estaba pasando factura. Quise volverme sobre mis pies pero ya estaba aquí tendría que aguantar hasta la tarde.

¿A eso se referiría mi Alice con lo de aguantar?


- Bella al fin llegas creo que tu carro esta averiado o algo así nunca te has demorado tanto - se reía Emmett y le enceste un golpe disimuladamente en su costilla el cual no pudo esquivar. Yo era demasiada rápida.


- Ouchh!


- Eso te pasa por boquisuelto - dejo Rose riéndose de él.


- Bueno chicos es tarde será mejor que cada uno valla a su clase - repuso Alice demasiado apurada.


- Alice... espera -


- No Bella es tarde solo haz lo que te pedí por favor - suplico antes de irse


- Me las pagaras... - masculle y camine hacia mi primera clase Biología.


Casi la mitad del alumnado estaba ya sentado. Me senté en mi lugar habitual y desvié mi vista hacia la ventana mirando a través de la minúsculas grietas que el vidrio dibujaba en ella. Era una manera de sofocar las voces que parloteaban a mi alrededor. Las babosadas de Newton y su continuo enamoramiento hacia mi, ya llevaba mas de dos años con este temita y había veces en las que deseaba gritarle "Supéralo" pero era mucho mejor no entablar conversación con ellos. 


Hoy, todos los murmullos se concentraban en el trivial acontecimiento de dos nuevas incorporaciones al pequeño grupo de alumnos. No se necesitaba mucho para provocar su entusiasmo. Eran dos chicos por lo que alcanzaba a escuchar a la fastidiosa Jessica Stanley y a su amiga la perra de Lauren Mallory; dos envidiosas y resentidas. 


No me explicaba cual era el interés en ellas solo eran dos chicos humanos de seguro sin gracia aparente.
La mitad de las chicas del aula se estarían imaginando como conquistarlos sólo porque era algo nuevo que mirar. 
La excitación que había causado su aparición resultaba predecible hasta el aburrimiento, era como mostrar un objeto
brillante a un niño.


Sonreí antes mi loca imaginación. Escuche unos pasos diferentes en el pasillo continuo al aula e imagine que uno de los nuevos estaría presente en mi clase de seguro venia atrasado. Visualicé el aula y único lugar vació era al lado mio por lo que corrí mi mochila de allí.

El profesor ya estaba ubicado en su escritorio buscando algo nuevo para darnos. Mire nuevamente hacia la ventana nadie nunca se sentaba a mi lado y si lo hacia procuraba ni molestarme en mirarlo. Ansiaba que el nuevo muchacho no se quedara embobado mirándome como todos lo hacían. No era que me agrade que todos los hombres suspiraran por mi pero mi condición no me hacia recomendable para ellos.

Si supieran lo que podría pasar de poner mis labios en los de ellos no me molestarían mas.

El joven hizo su aparición en el aula interponiéndose en el flujo de aire caliente que soplaba en mi dirección desde la rejilla de ventilación.

Su olor me impactó como la bola de una grúa de demolición, como un huracán arrasando con todo a su paso.

No existe imagen lo bastante violenta para expresar la fuerza de lo que me sucedió en ese momento.
En aquel instante, no hubo nada que me asemejara a la persona que fui antaño, no quedó ni un jirón de los harapos de humanidad con los que me las arreglaba para encubrir mi naturaleza.

Yo era un depredador; él, mi presa. No existía en el mundo otra verdad que no fuera ésta.

Para mí ya no había una habitación llena de testigos, porque en mi fuero interno los acababa de convertir a todos ellos en daños colaterales.

Cualquier misterio sobre si seria igual a todos quedo olvidado para mi.
Yo era un vampiro y él tenía la sangre más dulce que había olido en ochenta años.

No concebía la existencia de un aroma como ése. Habría empezado a buscarlo desde mucho tiempo antes si hubiera sabido que existía.
Hubiera peinado el planeta para encontrarlo.

Podía imaginar el sabor…

La sed ardía en mi garganta como si fuera fuego. Sentía la boca achicharrada y deshidratada y el flujo fresco de ponzoña no hizo nada por hacer desaparecer esa sensación. Mi estómago se retorció de hambre, un eco de la
sed. Se me contrajeron los músculos, preparados para saltar.

No había pasado ni un segundo. Él todavía no había terminado de dar el paso que la había puesto en la dirección del aire que fluía hacia mí.

Conforme su cuerpo hizo contacto con la silla, sus ojos se posaron en mí en un movimiento que él pretendía que fuera sigiloso. Su mirada se encontró con la mía y me vi perfectamente reflejada en el amplio espejo de sus ojos tan verdes como dos preciosas esmeraldas.


La sorpresa que me produjo ver mi cara proyectada en sus pupilas le salvó la vida en aquellos momentos tan difíciles.
Pero no me lo puso fácil. Cuando fue consciente de la expresión de mi rostro, la sangre inundó nuevamente sus mejillas, volviendo su piel del color más delicioso que había visto en mi vida. Su olor era como una bruma en mi cerebro a través de la cual apenas podía razonar. Mis pensamientos bramaron incoherentes, fuera de todo control.


Los nervios lo hicieron comportarse de modo torpe, revolvía sus cuadernos insistentemente.


Parecía débil, vulnerable, incluso más de lo que es habitual en un humano. Pero su contextura física no era para nada desagradable a mis ojos.


Intenté concentrarme en el rostro que había visto en sus ojos, un rostro que reconocí con asco. Era la cara del monstruo que había en mí, el que había combatido y derrotado a lo largo de décadas de esfuerzo y de
disciplina inflexible.


¡Era tan absurdo que un simple humano lograse derribar mis barreras y hacerme caer en este pozo sin fondo!


El olor se arremolinó nuevamente a mi alrededor, dispersando mis pensamientos y casi impulsándome fuera del asiento.

No.

Mi mano se aferró a mis piernas el jeans emitió un pequeño ruidito por la presión que le estaba ocasionando.


Mi mente empezó a vagar por lugares inimaginables sopesando en la vida de los testigos inocentes que nos rodeaban, no
podrían abandonar la habitación una vez que hubieran asistido a lo que iba a ocurrir.


No quise pensar siquiera en lo que pasaría, jamás en mis ochenta años de vampira había cometido tal atrocidad.


Jamas probé sangre humana, Carlisle fue quien me cuido desde el día uno y ahora esto.

Imaginar lo que pasaría de enterarse de esto me contrajo mi congelado corazón. Recordé el rostro del monstruo en aquellas hermosas esmeraldas y dolió demasiado saber que bello espécimen de la raza moriría bajo mis afilados colmillos.

Me calmaba el hecho de que él no gritaría ni sentiría dolor yo no podría matarlo con crueldad. No a él.

Esto era todo lo que podía hacer por este desconocido con esa sangre tan horriblemente deseable.

Mi mente maquinaba miles de estrategias posibles pero sabia que muy inconscientemente estaba buscando tiempo para huir de allí. Desde que el se sentó allí no respire el dolor era terrible mis garras parecían romperse en cualquier momento pero yo era mas fuerte que eso.

¿O no?.

Quise hacer el esfuerzo de respirar pero el olor me castigó hasta cerrarme la garganta reseca y dolorida.

Me tracé un esquema mental nuevamente de como mataría a todos. 

Cada una de ideas eran desastrosas maléficas, y lo peor de todo es que el joven viera con claridad lo que se le 
venía encima. Suficiente para que tuviera miedo. Suficiente para que gritara, si el susto no lo dejaba paralizado en su sitio. Sólo un débil grito que no haría venir a nadie corriendo.


Aspiré una bocanada de aire y el olor se convirtió en un fuego que corrió por mis largas venas vacías y me abrasó el pecho hasta consumir cualquier impulso positivo que hubiera sido capaz de sentir.

En ese preciso momento se estaba dando la vuelta. Me miraba por encima del hombro estaba obnubilado como todos solo que él efecto de el era desbastador. Si hubiese podido ruborizarme lo hubiese hecho sin dudar. La potencia de su mirada me sacaba de mi eje.


Una ventisca breve corrió y pude aspirar bocanada de aire normal, inodoro.

Durante un escaso segundo, pude pensar con claridad. En ese precioso segundo, vi dos rostros en mi mente, uno al lado del otro.
Uno era el mío, o más bien lo había sido: el monstruo de ojos inyectados en sangre matando a mi compañero de banco y el otro era el de mi padre, Carlisle.

No había ninguna semejanza entre ambos rostros. Eran como la noche y el día.

No existía ningún motivo para buscar semejanzas. Carlisle no era mi padre en un sentido biológico estricto y no compartíamos características similares. El parecido en el color de la piel se debía a lo que éramos; todos los vampiros tienen la misma tez helada y pálida. El parecido en el color de nuestros ojos era otra cosa: el reflejo de nuestra mutua elección.

En pocos momentos, no quedaría en mí nada que reflejara los años que había pasado con mi creador, mi mentor, mi padre en todos los sentidos que importan.
Mis ojos volverían a brillar rojos como los del diablo; toda la bondad habría desaparecido para siempre.


Sabía que él me perdonaría por el horrible acto que iba a cometer, porque me amaba, porque pensaba que era mejor de lo que realmente era. Y seguiría queriéndome, incluso aunque le demostrara que estaba equivocado. Yo era su primera hija y él nunca rengaría de mi. Sabia que mi padre me adoraba y me prefería por encima de todos.

Sentí como mi nuevo karma se removía a mi lado estaba nervioso sus músculos estaban rígidos por el miedo
y el olor de su sangre se extendió como una nube inexorable a mi alrededor.

Un espejismo de lo que fui cruzo como un rayo por mis ojos y a su vez la petición de Alice antes de salir de casa.

"Solo aguanta" - me había rogado así que la muy miserable lo sabia. La odie por hacerme pasar este calvario. 

¿Acaso estaba loca por tentar así como así la muerte?


Me aparté de el con asco, sintiendo repugnancia por el monstruo que deseaba tomarlo.


¿Por qué tenía que haber venido aquí?

¿Por qué tenía que existir?

¿Por qué tenía él que destruir la poca paz que me quedaba en esta existencia mía?

¿Por qué había tenido que nacer este irritante humano?

Acabaría conmigo.

Volví la cara para no verlo en cuanto me invadió una repentina furia, un odio irracional.

¿Quién era esta criatura?

¿Por qué yo, por qué en ese momento?

¿Por qué debía perderlo todo ahora sólo porque a él le había dado por escoger esta insólita ciudad para aparecer?

¡Forks era un pueblucho perdido en el mapa!

¡¿Por qué había venido hasta aquí?!

¡Yo no quería ser un monstruo!

¡No quería matar en esta habitación llena de niños inofensivos!

¡No quería perder todo lo que había ganado en una vida entera de sacrificio y privaciones!

No podía… ÉL no podía hacerme eso.

El olor era el problema, el enorme atractivo de su olor. Si hubiera alguna manera de resistir… Bastaría que otro chorro de aire fresco me aclarara la cabeza.

Pronto estaría todo perdido.

Todavía tenía el recuerdo del olor en mi cabeza y el sabor en el fondo de mi lengua. Ni siquiera podría resistir eso durante mucho tiempo. Pero quizás fuera capaz de soportarlo una hora.
Una hora. 
Sólo el tiempo necesario para salir de esa habitación llena de víctimas, víctimas que quizás no tendrían que serlo. Si era capaz de contenerme sólo durante una hora.

No respirar era una sensación incómoda. Mi cuerpo no necesitaba oxígeno, pero iba contra mis instintos. Yo confiaba más en el olor que en cualquiera de los otros sentidos en momentos de tensión. Era el que me guiaba durante la caza y el primero que avisaba en caso de peligro. No solía encontrarme en situaciones difíciles siendo yo un peligro en mí misma, pero el instinto de supervivencia era tan fuerte en mi naturaleza como en el de un ser humano normal.

Incómodo, pero manejable. Más soportable que olerlo a él y no poder hundir mis dientes en su fina piel, delicada y transparente hasta llegar al cálido, húmedo, pulsante…

¡Una hora!

¡Sólo una hora! 

Debía dejar de pensar en el olor, en el sabor.

En silencio, el chico apenas se inclinaba sobre la hoja que el profesor nos había entregado garabatee las respuestas y vi que su caligrafía era perfecta. No quería ni mirarle la cara. Sus ojos eran algo que de matarlo nunca podría olvidar. El verde intenso de su mirada me trastornaría por décadas y no se porque sentí una punzada de remordimiento al imaginármelo muerto sin vida sin ese brillo especial que me regalaban sus orbes color esmeraldas.

Empecé a pensar como seria este muchacho. Tal vez algo ¿ retraído?, ¿timido? ¿alegre? ¿mujeriego?

Sentir el cuchicheo constante detrás mio me despejo unos segundos. La zorra de Jessica y Lauren estaban chorreando babas por mi compañerito, bueno la verdad es que no las juzgaba esta vez su gusto había variado y mejorado notablemente Edward Masen ese era su nombre, estaba pulcra mente escrito sobre su hoja.

No sabia el porque pero yo odiaba a ese frágil adolescente que se sentaba a mi lado, lo odiaba con la misma fuerza con la que me sentía apegado a mi anterior identidad, al amor por mi familia, a mis sueños de ser algo mejor que lo que era…a caminar hasta los fines de mi existencia en soledad... No eso no era algo a lo cual podía culparlo a él.

Odiarlo, odiar el modo en que me hacía sentir, me ayudaba un poco. Sí, y la irritación que había sentido antes no era importante, pero también me favorecía.

Me ceñí a cualquier emoción que me distrajera de imaginar su delicioso sabor…

Odio e irritación. Impaciencia. 

¿Es que la hora no iba a terminar nunca?

Y cuando la hora terminara… Entonces Edward saldría de esta habitación, y ¿qué haría yo? seguirlo hasta matarlo en cualquier lugar del mundo en donde se escondiese lo encontraría de eso no había duda. Lo mejor seria escapar huir de allí mientras pudiese pero... ¿seria posible?. Tendría que averiguarlo.

Yo no podía matarlo.

No a él.
A pesar de oler como nadie a pesar de ser mi tua cantante no podía matarlo al menos eso era lo que me imponía mentalmente a pensar. Pero del hecho al hecho.... 

El sonido de su corazón me distrajo unos momentos y la ponzoña volvió a mi boca nuevamente.

Al fin la hora culminó y salí disparando dejando atrás al monstruo que me perseguiría toda la vida pero de ser posible lo enterraría en lo mas profundo.

Las siguientes horas pasaron y gracias al cielo no me cruce por ningún sitio, Alice estaba desaparecida la podía escuchar hablar en la biblioteca pero cuando tomaba la decisión de ir la muy cobarde huía, me evitaba, se escondía como una rata.


A la hora del almuerzo nos juntamos todos como siempre al parecer mis hermanos no sabían nada de lo que me estaba pasando, agradecí internamente que mi hermana no dijese nada y Jasper por su parte solo controlaba mis emociones.

Quite mi escudo mental y deje que hiciera su trabajo conmigo.

- ¿Que tal la llevas? - pregunto Alice y no le conteste

- ¿Algo que me perdí? - acoto Emmett simulando comerse una pedazo de pizza para luego escupirlo en la servilleta.

- Al parecer tienes dos nuevos admiradores - repuso Rose señalando la mesa detrás de nosotros, sabia perfectamente de quien estaba hablando

- Ya quiero ver como encaran a mi hermanita ¡ja! antes de que se te acerquen les quiebro las piernas 

- Emmett! - dijo Rose pateándolo 

- Estoy contigo - dijo de pronto Jas y lo miramos todos el nunca estaba a favor de la violencia física

Rodé los ojos y sonreí antes sus comentarios si supieran que hace unas horas fui yo quien casi mato a uno de ellos.

- El joven Black esta loquito por ti - dijo Emm de pronto y lo ignore

- Y Masen parece que también - termino Jasper

Escuchar su apellido me tenso de nuevo. Mi boca se lleno de ponzoña y solo trague ese liquido amargo para nada sabroso.


Salimos de allí a toda velocidad ya no me quedaban fuerzas para resistirme. Tenia que escapar a como de lugar. Solo así Edward viviría. Al menos unas horas mas.


Un Volvo plateado estaba estacionado al lado de mi Aston y no necesite girarme para ver quien era el dueño de esa hermoso auto. Muy propio de él. Al menos tenia estilo. Aggg. Me odie a mi misma a la ves que a él por hacerme sentir tan vulnerable. Tan frágil. Tan... poca cosa a su lado.


- Vete... - musito Alice que venia a pocos metros detrás mio - Pero regresa pronto hermanita


- ¡¿Qué diablos!? - preguntaron todos y solo arranque mi auto y lo saque en punto muerto las ruedas rugieron pidiendo mas pista.


La velocidad me tranquilizaba pero en este momento nada en el mundo podría aportar algo a mi paz mental. Nada.
Solo había una cosa en el mundo que podría satisfacer todas y cada una de mis terminaciones nerviosas solo una cosa, la sangre de Edward Masen. Solo así podría seguir adelante pero el dolor de saberlo muerto me cegaba por completo.

Era tan estúpido y tan irreal a la vez él era a mi Tua Cantante y yo... yo no era nada si él moría.




Chicas este cap tiene muchos fragmentos SOL DE MEDIANOCHE, es que no me pude resistir!!! Espero que les haya gustado!!! Esta es la reacción de nuestra Bella a tan encantador personaje!!



5 comentarios:

  1. Pobre Bella todo lo q sintio x Edward veremos q sucede de ahora en adelante y como se sentira con su tua cantante me fasina como va todo cada vez se pone emocionante!

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  2. me encantoooooooo nena te quedo genial ....Besos bebe....

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  3. Querida Rina: El capítulo estuvo muy bueno, aunque te tengo una pequeña corrección. Cuando Aro en Luna Nueva le dice a Bella La tua cantante, literalmente le está diciendo tu cantante, indicando que es la cantante de Edward; por lo que en español no se puede decir "mi Tua cantante", que es lo mismo que "mi tu cantante", que por supuesto ni suena ni está bien, la opción correcta si quieres decirlo en italiano sería "il mio cantante", con pronombre personal en masculino dado que se está hablando de Edward, o solo "mi cantante", sin el "tua", y todavía la referencia a las palabras de Aro estaría clara.
    Aún así no te estoy pidiendo que lo corrijas porque el capítulo ya está publicado, sólo para que en los próximos capítulos, si así lo deseas, lo coloques correctamente, y no te preocupes que creo que muy poca gente se dio cuenta, pues es un error muy común, y que no altera por lo pronto la calidad del fic.
    Me gusta como escribes, lo haces muy bien, no necesitas tomar tantos pedazos de Sol de Medianoche, confía en tu instinto de escritora y lo harás bien.
    Sigue haciendo un buen trabajo. Besos desde Colombia, y disculpa lo largo del comentario ;)

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  4. reconocí de inmediato los fragmentos de "Sol de medianoche", es que yo tmbn lo lei y me encanta como pasa toda esa parte en el libro, así que está demás decir que me encantó el capitulo!! increiblemente bueno! sólo una pequeña acotación, es que creo que se dice "il tuo cantante" cuando es en masculino, y si está hablando en primera persona seria "il mio cantante".

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  5. al fin pude leerlo,hermana te quedo increible.
    pobre bella,que tortura soporto al aguantar su sed por no matar a edward.
    ya quiero ver que pasa,voy a por el siguiente.

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